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La vuelta a clase pone fin a las vacaciones de verano y da la bienvenida a temperaturas más bajas, lluvia y frío. Con el regreso a las clases, llega también el reencuentro con virus, bacterias y parásitos que provocan la mayoría de enfermedades infecciosas típicas de esta época otoñal como son la faringitis y las gastroenteritis.

Las enfermedades infecciosas son una de las primeras causas de consulta para pediatras. Aunque las enfermedades infecciosas más comunes en nuestro medio no suelen revestir demasiada gravedad, consumen muchos recursos asistenciales.

Los test de detección rápida son herramientas fundamentales en las consultas de atención primaria y en las urgencias ya que promueven el uso racional del medicamento, evitando tratamientos antibióticos innecesarios que aumentan las resistencias bacterianas. Además disminuyen costes al optimizar los recursos, aumentan la calidad de la atención prestada a los pacientes y su seguridad ( AEPAP,2014). Los kits rápidos están especialmente indicados para niños ya que son menos invasivos al requerir poca cantidad de muestra.

Para que la prueba sea confiable se han de seguir fielmente las instrucciones del fabricante: tipo de muestra requerida, método de obtención de muestra, pasos indicados en la técnica, tiempo mínimo y máximo para obtener resultados ( habitualmente entre 10 y 15 minutos ), interpretación del test y la conservación. Las instrucciones de uso que se adjuntan en cada kit también informan sobre el método del ensayo, control de calidad a seguir, las precauciones y limitaciones de uso, los valores esperados, y las características técnicas como sensibilidad , especificidad, precisión y reactividad cruzada.

Aunque los métodos moleculares son más sensibles que los test rápidos basados en la detección de antígenos, son también más caros, más lentos y no están disponibles en todos los centros. En cambio, los test basados en detección de antígenos suelen estar disponibles, son fáciles de usar, dan resultados en el mismo día de la visita, son asequibles y son coste-efectivos, por lo que son los recomendados en la práctica clínica diaria.